lunes, 29 de octubre de 2012

El Mirador de los Robledos

El Mirador de los Robledos en un día otoñal.
Debo confesar, antes de hablar de la caminata al Mirador de los Robledos, que lo de salir a caminar por el campo y disfrutar de todo lo que la naturaleza nos ofrece, se nos convirtió ya en una adicción. Y es que, cuando llegamos a casa después de una caminata, al sentarnos para descargar las fotos de ese día ya empezamos a mirar cuál será la ruta del fin de semana siguiente, eso es adicción.

La ruta la conocimos en el verano del año pasado (junio de 2011), nos la enseño un amigo con el que compartimos el gusto por el senderismo y con el que tenemos la suerte de coincidir de vez en cuando para disfrutar juntos de nuestra pasión.

Hasta ese día solíamos salir de caminata por Guadalajara, que si Pelegrina, que si el Pico Ocejón, que si Sigüenza, que si Valverde de los Arroyos. Pero desde el verano del año pasado descubrimos lo bonita que es la sierra madrileña y ahora vamos con más frecuencia.

Hemos hecho tres veces la ruta y cada una de ellas es completamente diferente, porque al ser una ruta en la que la vegetación es muy diversa y el agua abundante, dependiendo de la época del año en la que se realice, el paisaje varia mucho, pero en todos los casos es precioso.

El Mirador de los Robledos es un monumento levantado en honor a los guardas forestales, está en Rascafría (Madrid), a los pies del pico de Peñalara y a él se llega después de una caminata de más o menos 6 kilómetros desde el Monasterio del Paular o desde la zona de estacionamiento de las piscinas naturales "Las Presillas".

El camino para llegar hasta el mirador está colmado, como decía antes, de mucha y muy variada vegetación. Entre los árboles, lo que más hay son robles y pinos, los cuales cuentan, en la gran mayoría del recorrido, con una alfombra de helechos, un paisaje que no dejará a nadie indiferente.

Camino hacia el Mirador de los Robledos.
El recorrido es en subida en su mayor parte, pero una subida completamente suave y por tanto soportable. Además se ven dos arroyos que dan más encanto aún a la ruta, nos podemos desviar para apreciarlos y disfrutar del sonido de sus aguas cayendo.

Una vez en el mirador, se puede disfrutar de unas vistas fabulosas, de todo el valle por una lado y del pico de Peñalara por el otro.

En definitiva, la ruta del Mirador de los Robledos es muy recomendable, por su paisaje, su camino, su entorno, sus vistas, porque hacerla significa estar en contacto pleno con la naturaleza.

miércoles, 20 de junio de 2012

Caminata de Lozoya a Navarredonda

Cada vez que podemos, que el clima nos lo permite y no tenemos ningún otro compromiso, salimos morral al hombro en busca de un camino por el que podamos hacer una buena caminata, disfrutar de lindos paisajes, de la naturaleza (sus olores, sus colores, sus sonidos), de los animales (si es que los hay) y, como no, de comer un buen bocata en medio del campo, que alimenta más que nada.

Una de las últimas caminatas por el campo la realizamos el pasado sábado 2 de junio y fue desde Lozoya hasta Navarredonda, por el camino viejo de Navarredonda que une las dos localidades.


Un recorrido de 16 kilómetros, 8 de ida y 8 de vuelta, en el que lo más importante que hay que saber es que, al hacerlo así, de Lozoya a Navarredonda, los 6 primeros kilómetros están en constante ascenso y los 2 últimos de bajada, no es un ascenso muy pronunciado pero llega a cansar, y se nota mucho más a la vuelta, pues aunque ese trayecto ya es de bajada, las piernas tienen el esfuerzo acumulado.

El camino está lleno de contrastes, encuentras animalitos que salen a saludar:



Hay zonas que se diferencian completamente gracias a las flores de diversos tipos y colores: Varilla de San José, Rosa silvestre o Escaramujo, Peonía, Tomillo Borriquero (también se conoce como Lavanda, entre otros muchos nombres dependiendo de la zona en la que se encuentre):

Varilla de San José

Rosa silvestre o Escaramujo
Peonía

Tomillo borriquero

También hay zonas sin flores, pero con lindo ganado que también nos saluda a nuestro paso:


Una vez terminado el ascenso, y después de saltar una puerta que evita el paso de ganado, empieza el descenso de más o menos dos kilómetros en los que vuelva a cambiar completamente el entorno. El camino está ahora marcado por una pared de piedra que lo hace parecer a uno de esos Caminos Reales que hay por toda Colombia y que se crearon en época de la Colonia Española:


Una vez en Navarredonda hay que refrigerarse y que mejor que hacerlo en uno de los bares del pueblo, después un paseo para conocer el lugar y listos para iniciar el regreso.

 Pero que no crea nadie que a la vuelta va a ser todo igual, para nada, además de todo lo mencionado se irán divisando diferentes vistas del pantano de La Pinilla, lo que hará de la jornada de senderismo un plan perfecto para disfrutar de la naturaleza en pleno:


En definitiva, un camino muy recomendable.